viernes, enero 27, 2006

Un mundo sin escuelas

Ivan Illich es uno de nuestros más simpáticos amigotes, sus textos nos estimulan
tanto tanto a desahacernos de los rituales que la sociedad contemporánea nos
tiene embutidos, que lo único que podemos hacer es regalarlos para que
compartamos, así sin más, nuestro plan de fuga....!



Tres demandas radicales


Cualquier diálogo sobre
el conocimiento es en realidad un diálogo sobre el individuo
en sociedad. Un análisis de la crisis actual de la escuela
nos conduce, en consecuencia, a hablar sobre la estructura social
necesaria para facilitar el aprendizaje, para alentar la independencia
y la interrelación personales y para vencer la enajenación.
Este tipo de discurso cae fuera del límite habitual de
la mera preocupación educativa. Conduce, de hecho, a la
enunciación de metas políticas precisas. Tales
metas pueden ser definidas con la mayor claridad distinguiendo
tres clases generales de relaciones en las que una persona debe
comprometerse si desea madurar.

Tener acceso a los hechos ­la información­, tener
acceso a los recursos de producción y hacerse responsable
de las limitaciones con que unos y otros pueden ser aprovechados.
Para madurar una persona necesita, en primer lugar, tener acceso
a las cosas, lugares, procesos, eventos y material informativo.
Garantizar tal acceso es, primariamente, un asunto de quitar
el candado a los privilegiados reductos donde todo eso está
ahora consignado.

El niño pobre y el niño rico son diferentes, en
parte, debido a que lo que para uno es un secreto para el otro
es patente. Al convertir el conocimiento en una mercancía
hemos aprendido a manipularlo como una propiedad privada. El
principio de la propiedad privada se esgrime ahora como la principal
racionalización para justificar que determinados hechos
estén prohibidos a la gente que carezca del pedigree apropiado.
La meta inicial de un programa político destinado a cambiar
la educación mundial es la abolición del derecho
a restringir el acceso a la enseñanza o al aprendizaje.
El derecho al dominio privado es reclamado por los individuos,
pero es protegido y ejercitado en forma más eficaz por
las sociedades anónimas, las burocracias y las naciones-estado.
De hecho, la abolición de este derecho no sería
consecuente con la preservación de la estructura política
o profesional de cualquier nación moderna. Esto significa
más que simplemente mejorar la distribución del
material de enseñanza o facilitar ayuda financiera para
la compra de material didáctico. La abolición de
los secretos trasciende claramente los propósitos convencionales
de la reforma educativa y, sin embargo, es precisamente desde
el punto de vista educativo que la necesidad de declarar esta
amplia ­y quizá inalcanzable­ meta política
se ve más claramente.

El estudiante necesita también tener acceso a las personas
que pueden enseñarle los secretos de sus actividades o
los rudimentos de sus oficios. Al aprendiz diligente no le lleva
mucho tiempo desempeñar las funciones más diversas
o asumir los diferentes papeles. El mejor maestro de un oficio
es, por lo general, quien lo ejerce de manera activa. Tendemos
a olvidar estas cosas en una sociedad en la que los maestros
de carrera monopolizan la iniciación de los alumnos en
todos los campos del conocimiento y descalifican todo tipo de
enseñanza no autorizada dentro de la comunidad. Una meta
política importante es, entonces, proporcionar los incentivos
para que el conocimiento práctico de los oficios sea compartido.

Esta última demanda implica, por supuesto, una visión
mucho más radical del futuro deseable. El acceso a los
oficios y las ocupaciones está restringido no sólo
por el monopolio que sobre ellos ejercen la escuela y los sindicatos:
existe también el hecho de que el desempeño de
un oficio se halla limitado por la escasez de equipo y herramientas.
El conocimiento científico es abrumadoramente dependiente
del uso de herramientas altamente especializadas que deben ser
usadas dentro de estructuras muy complejas dispuestas para la
producción "eficiente" de mercancías
y servicios para los que existe una demanda general, si bien
la oferta es mantenida escasa. Sólo unos cuantos privilegiados
obtienen los beneficios de la investigación médica
más refinada y sólo unos cuantos privilegiados
llegan a obtener el título de médicos. Una minoría,
relativamente pequeña, viajará en los aviones supersónicos,
y sólo unos cuantos pilotos sabrán volar estos
aparatos.

El medio más sencillo de expresar las alternativas a esta
tendencia a la especialización de las necesidades y su
satisfacción es en términos educativos. Es una
cuestión que depende de cuál sea el uso deseable
del conocimiento científico. Con el fin de facilitar un
acceso más igualitario a los beneficios de la ciencia
y disminuir la alienación y el desempleo, debemos apoyar
la incorporación de los últimos adelantos científicos
a herramientas y componentes que estén al alcance de la
gran mayoría de la gente.

La comprensión de las condiciones necesarias para la más
amplia adquisición y aprovechamiento de oficios y habilidades,
nos permite definir una característica fundamental del
socialismo posindustrial: no sirve de nada ­de hecho es fraudulento­
promover la apropiación pública de los medios de
producción en una sociedad industrial y burocrática.
Las fábricas, las carreteras y los camiones pesados pueden
ser "poseídos" simbólicamente por el
pueblo, los mismo que el Producto Nacional Bruto y la Educación
Nacional son obtenidos en su nombre. Pero los medios especializados
de producir mercancías y servicios no pueden ser usados
por la mayoría del pueblo. Sólo las herramientas
que son lo suficientemente baratas y sencillas como para ser
accesibles a toda la gente, herramientas que permiten la asociación
temporal de quienes desean utilizarlas para una ocasión
específica, que hacen posible el surgimiento de metas
específicas a través de su uso, pueden fomentar
el reencuentro del trabajo y el placer, alienados ahora por el
modo industrial de producción.

Reconocer, desde un punto de vista educativo, la prioridad de
garantizar el acceso a herramientas y componentes cuya simplicidad
y durabilidad permiten su uso en una amplia variedad de empresas
creadoras significa, al mismo tiempo, indicar la solución
al problema del desempleo. En una sociedad industrial el desempleo
se experimenta como la triste inactividad de un hombre que no
tiene nada qué hacer y que "no ha aprendido"
lo que podría hacer en tal caso. Puesto que existen pocos
trabajos que sean verdaderamente útiles, el problema es
resuelto generalmente creando más empleos en industrias
de servicios tales como la militar, la administración
pública, la educación o el trabajo social. Consideraciones
de carácter educativo me obligan a recomendar la sustitución
del modo actual de producción industrial, que depende
de un mercado creciente que absorta mercancías cada vez
más complejas y obsolescentes, por un modo de producción
posindustrial que depende de la demanda de herramientas o componentes
que exijan un trabajo intenso y cuya complejidad sea estrictamente
limitada.

La ciencia continuará siendo mantenida artificialmente
en el misterio si sus logros continúan pasando a engrosar
la tecnología al servicio de los profesionales. Si fuera
utilizada para hacer posible un estilo de vida en el cual cada
hombre pudiera disfrutar de alojamiento, servicios médicos,
educación, viajes y diversiones, entonces los científicos
tratarían con mayor empeño de traducir los descubrimientos,
hechos en un lenguaje críptico, al habla normal de la
vida diaria.

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