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Clara dame un beso


Ahora mismo me está contando las miserias de su vida. De la vida misma. Ama al prójimo como a ti mismo, dijo. ¿Pero en verdad lo hemos intentado? ¿tenemos siquiera la posibilidad de acercarnos a este ideal? Ser bueno, ayudar al prójimo, ponerse en el lugar del otro. Tanta gente que sufre.

Yo no esperaba ser bueno o intentarlo siquiera, más bien me refugio en el automatismo: trabajo, consumo, sobrevivo. Me dedico a mi familia cercana. Me las arreglo bien, no falta nada pero nada sobra. Tampoco consumo tanto. Lo que más comida. Vivo bien, tranquilo, no cargo con ningún pesar. ¿Pero la señora Clarita?

Son las 21:00 y suena el teléfono, que hay una mujer ecuatoriana de 65 años, trabajadora inmigrante, ilegal. Que le han tirado cloro en la cara, que no tiene donde pasar la noche, que no habla el idioma, y que quizá Juan pueda ayudarla... pues que se venga. Pues la voy a buscar al hospital. Pues la recojo con su ojito lleno de pus, secretando el dolor, la injusticia y las consecuencias de una aventura ingrata.

La señora Clara se vino a Israel a buscar trabajo, con sus 65 años y quizá 90 kilos y 100 dólares en los bolsillos. Se consiguió alojamiento hasta que la botaron, luego le salio un trabajo para cuidar a una anciana de noventa. Y la viejita que no habla castellano y Clarita ni un carajo de hebreo. Que la viejita se pasea toda la noche y se levanta de madrugada pidiendo masajes. Clarita ni duerme. Clarita se toma la cabeza, mira hacia el horizonte mientras yo la pienso escribir.

La nuera de la vieja se la lleva los sábados a limpiar la casa, que limpieme esta terraza a pleno sol, sol de infierno, que pase la esponya, que así no se hace, que el cloro se lanza así, así y asimismo se lo derrama en el cuerpo. Clarita sale corriendo, que no exagere que no es pa tanto, Clarita se da a la fuga, milagrosamente cruza la ciudad y llega hasta la embajada de Ecuador a pedir ayuda, que como es ilegal que vaya donde los Médicos por los Derechos Humanos, una tanda de voluntarios que ayudan a la gente, y han sido ellos quienes nos han contactado, hace ya cinco días.

Llamamos a la patrona pa que le pague lo que le debe, la doña se enfurece y dice que no piensa pagarle y que no quiere saber nada de ella ni de nosotros. Que la denunciaremos. Que no le importa la multa que plata es lo que más tiene, que prefiere pagar las consecuencias ante la ley pero no darle un peso a esa mujer. La convencemos y acepta pagarle los días trabajados más no la debida compensación. Pero que no quiere ni vernos ni que la llamemos y que solo a Bety le entregará el dinero y las pertenencias que dejó doña Clarita en su casa. Es Jueves y quedamos pal domingo. Es domingo y dice que no que mañana. Pero mañana Bety termina de trabajar a las 7 de la noche y como diablos lo hacemos...y en eso estamos.

Mientras tanto tenemos que ayudarla a volver a Ecuador. La registramos en el programa de deportación voluntaria de la migra. Dicen que no antes de dos semanas si es que.
Mientras tanto vamos a la Iglesia de los los Santos del último día de Tel Aviv donde nos recibe David el presidente de los Mormones. Y bueno David no se entera de todo en la entrevista con la hermana Clara, pues Clarita quiere que le paguen un pasaje de vuelta a Ecuador, y luego David me cuenta que no es mucho lo que pueden hacer, y yo que esperaba que le dieran albergue y Clarita dinero. Y nos enfrascamos Clarita y yo en una discusión. Le digo que solo la verdad la abrirá las puertas. Ella me mira arrepentida y yo no puedo más.

Luego llamamos a la monja Gloria que le ha conseguido donde pasar unos días, con Sonia, otra clandestina que recién a parido un bebe y su esposo deportado. Que mierdero... yo nunca quise ser bueno. Y lo peor es que nadie quiere escuchar la historia, lo peor es que al final esta señora molesta. Sus hijas en Ecuador no quieren saber nada de ella porque las abandonó. Su hermana en España tampoco, que no puede. Y aquí está Clarita acomodándose...creo que ya se secó esa ropita, dice....busca sus sostenes de dimensiones absurdas. Yo ni me paro a ayudarla. Me pesan las ganas, estoy exhausto del dolor ajeno. No me dan las fuerzas y la paciencia decanta y pronto ya no podré soportarla y me sumaré a la lista de quienes la niegan. Es así. No hay nada que pueda a hacer, aunque lo intento a ratos, intento compadecerla, trato de ponerme en su lugar y todo no es más que intento, la ficción de la empatía, ¡cuanta impotencia Dios mío!

Cuento esto más bien para ayudarme, en un acto de sumo egoísmo intento sostenerme ante la pesadumbre. Como si fuese yo el que sufre, como sí fuese yo el botado, como si la deriva fuese mía me adhiero a estos sentimientos de tristeza ajena, para palear el vacío que genera esta indiferencia y la imposibilidad de solucionar los problemas del mundo.

Cada uno mata a su pato. Quien la mando a venir. Todo tiene su limite. Y pareciera que el problema es mio, como si la víctima fuese yo... ni en pedo. Que desengaño más patético. No estamos preparados para asumir el dolor del otro, tu mi mismo, yo otro tu, somos uno. Pura retórica incompetente, cuando nos llega el momento hacemos lo que podemos, pero se lo enrostramos, inevitablemente le hacemos saber cuanto nos molesta la situación, cuan grande nos queda el poncho para asumir la tarea de entregarnos a un desconocido por el placer de ayudar. Patrañas benditas la solidaridad y la caridad.

Ahora le duele el pecho. Diablos, ¿qué hago, como la ayudo? No encuentro nada mejor que ignorarla, hago como si no estuviera y ella habla y habla y yo escribo su pesar, mi vergüenza. Y la rabia me consume, ¿por qué tanta injusticia, por qué?

Y que nos queda. He hablado con un vecino abogado, me ha dicho que una vez que tengamos el dinero de su sueldo denunciemos a la patrona a la policía, con la esperanza de obtener una compensación, o más bien la merecida revancha. Hacerle pasar un mal rato es todo a lo que aspiro, pues sabemos que esto quedará en nada una vez que Clarita nos deje. Y será entonces cuando podremos mirar con más calma lo sucedido. Por ahora esperar, que pase la tormenta, resignadamente nos consolamos, por algo ha llegado hasta nosotros, debe ser una deuda con el destino o quizá un préstamo –que es lo mismo pero no es igual. A lo mejor alguien de nosotros necesitará ayuda en el futuro, quizá ya nosotros la hemos necesitado en el pasado. Cada cual tiene lo que se merece, las consecuencias de nuestros actos y decisiones se graban en el libro negro de los pasos pisados, ya ni sabemos que esperar, no más seguir, aguantar y sobrellevar el horror de oir el relato del dolor ajeno.

Ya se ha acostado, me siento a su lado, le rasco la cabecita, le pregunto como se siente. Lloramos juntos. Le digo que todo va a salir bien. Gracias mijito me dice... gracias.

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Otitis



  Por la noche cuando el sol sale. Los espíritus del bosque vienen a bailar la fiesta del oxímoron. Y entre sus tantas celebraciones, de vez en cuando, se dejan caer en nuestros sueños alterando nuestras conciencias revoltosas. Hay veces que con su actuar en el presente, llegan a modificar lo que ya ha pasado. De ahí que a ratos nos aqueje también una cierta nostalgia por el futuro.

   Buscándole la quinta pata al gato uno siempre encuentra algo, la encrucijada siempre ofrece más de una salida. La madeja enredada siempre ofrece la oportunidad de cortar el hilo y volverlo a unir aunque se vea feo.

   La niña comenzó a quejarse de dolor de oído -sólo uno le dolía. Lloraba y empezó a clamar por la doctora y remedios. Nosotras somos un poco rehacías a los mafiosos de bata blanca aunque lamentablemente muchas veces nos dejamos llevar por la ignorancia y acudimos a ellos sin detenernos a encontrar otras alternativas...no sé, algo huela mal tras esa profilaxis incuestionable y esa arrogancia de hágame caso pues yo soy el que sabe lo que es “mejor” para usted -cuando mejor es efectivo, rápido y eficaz en desmedro de permitirle al cuerpo lidiar con lo que pertúrbale

   Llegamos a la consulta, nos tocó el turno, entramos, revisó una oreja y dijo fantástica, revisa la otra y pone una cara de decepción terrible... aquí está la escoba. Recomendó antibióticos y nos cambió el color de la cara. En estos cuatro años nunca le suministramos antibióticos a la nena por la razones que todas sabemos (si no sabe infórmese).

   El caso es que la niña quejábase y quejábase y de pronto una de las madres comenta que por ahí escucho que había que echarle unas cuantas gotas de aceite de oliva con ajo que se le pasará. No me pregunten por qué partí directo a la cocina a preparar el ungüento, quizá mi origen provincial me facilite creer ciegamente en toda clase de concejo no ortodoxo que involucre el poder curativo de las plantas. Siempre sentí un gran respeto por las curanderas que de vez en cuando visitaban a mi abuela en la vieja casa de Talagante. Partí 3 dientes de ajo en tres y los puse dentro de un frasquito de vidrio al cual le agregue 3 chorritos de aceite de oliva. Lo dejé reposar por 3 cuartos de horas para que el ajo copulara con el oro liquido y luego unté un algodón y le eché 3 veces 3 gotitas en la oreja que le dolía.

   Luego su madre la invitó a levantarse de la cama, jugaron a escribir, pintar y leyeron un cuento. Su sonrisa apareció relajándola y ayudando a la pócima hacer efecto.... y abracadabra... el dolor pasó y feliz se fue a dormir. Cerró los ojitos y le dije que suerte tenía de tener una mamá tanta bella....una sonrisa dibujose en su carita y con ese sentimiento durmió hasta mañana.

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El Nublao Lanzao



¿¿¿Ya tienes tu Revista???

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Paradigma






Nota:



Sobre la posibilidad sincera de dejarse leer un diario me contemplo en los símbolos que expongo. Una radical intromisión de otro yo sobre los otros yo mismo. Este que también lucha por su espacio vital, este que también guerrea con la terquedad de su soledad. Que gracias a mi existe. Que no se deja vencer por las fauces de nuestra racionalidad. Que explorase y desrrópase cada vez que aparece. Un loco hechizado exiliado al lado oscuro de mis mismo. Otro más que lucha en el microcosmos de nuestro ser y que en estos momentos represento. A medias. Invitándolo a participar de está orgía simbólica que es el lenguajear. Vivirse enloquecer para celebrarse. Nos guían en la negación y es preciso aclararlo, siempre locos, siempre poetas brujos de un futuro incierto, que se amasa tranquilo en su primitiva certeza. Profeta de lo que el día a día mata. Visionario de lo que la rutina desinfecta. Domador de lobos, guarda su lengua en la estepa de su vivencia. Y esperamos con ansias sus reveladoras experiencias y las profundidades de sus nublados dichos.



Estoy aquí y estoy allá.
Sobre mi memoria la imagen de un estar pasado.
Sobre la cama las huellas del niño.
Y la gracia de su sombra que se arrastra.
Primitiva, sobre las nubes que forman sus sueños.

Y la guitarra de mi amigo puntea la mañana.
Sobre este sueño me refugio, abrigado
con mi bata roja de brujo enamorado.
Y el silencio me traga las ganas de emboscarte,
como tantas veces, en horas del ahora que se extingue.
Mientras los versos se pueblan de fantasmas.

Encaramado en la nube que me agasaja,
vuelo con húmedas patas inmersas en su tiempo opuesto.
Acontece lo premeditado más allá de mi entendimiento.
La sensación de no querer penetrar allí donde duele sabiendo que el inconciente.

Poseso del lenguaje que disfraza lo sentido
y camufla con su pincel el indescifrable verdadero.
Símbolos que nos acogen para engañarnos,
y aún así persevera la vida por vida en su ardua lucha contra la plaga.
Un botella verde trasluce lo que digo.
Y un pensar atento me seduce: pensar nada, abandonarse al instinto que es como ponerte en blanco mientras meditas.

Elegirse y derrocarse. Comerse el deseo que atraganta.
Aceptar con paciencia los volátiles designios de esos
símbolos dados por la naturaleza de su metáfora.
Completar la sentencia con adornos febriles,
y despertar en otros la indiferencia del vacío.
Así juego mis cartas que predicen siempre la derrota cuando mienten.

Y el color de sus ojos es verde cono entonces.
Sobre la nube que me enseña la simpleza que no supe -Punto.
Pasó como la paloma que siempre se queda
acurrucada con vista al mar.
Navegan los fluidos de mi añoranza.
Eso que fue y pasó llevándome en silencio.
Hacia estos rumbos piratas,
mapeados en la constelación de mis amores idos.
Embustero amante de lo rojo tibio, evapora su sabia para que yo vuele y vea.

Como esto que aquello fuese siga siendo.
En las piruetas mágicas de estos símbolos está la clave.
De toda una época artificial dictada.
Y asimilada con la lerda tartamudez de lo cegado por la luz del vacío.
Que mana libertad radicalmente horneada, para transformarse en su opuesto.

El té suaviza la textura de mi garganta. Con su halo a menta envuelve las asperezas que a la vez lija. Te lo digo y te lo recomiendo. Y así me abandona el instante que es otro. Que me anula la idea de las ideas sobre el mundo y la comodidad de mi reclamo mudo. Soy monstruo de acción y también de palabras. Pero desconfío de estos símbolos y abandonarlos es lo que intento aunque me cueste la fiel promesa. Que vengan los gestos, que me adornen las caricias y que las malas lenguas relaman mi conciencia total incompleta.

Que viva la vivencia.
Que especulen otros sobre el estado de uno mismo,
que para eso estamos contentos.
Que ramifiquen otras las pieles de nuestra indiferencia impenetrable,
y despojémonos de nosotras mismos en la entrega total
de nuestras corporalidades.
Cantando sobre la cuna el devenir del baile endemoniado.

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Asalto Oculto Alas Plásticas Artes


"El arte es la mentira que nos permite comprender la verdad"


"A los doce años sabía dibujar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño."

"Un artista copia, un gran artista roba ."






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Un Suspiro para Delicia




Usted se preguntará que hago aquí, sentada, a orillas de esta playa absurdamente vacía y soleada a medio invierno. Se preguntará por la razón de mi belleza descalza. Y yo no le contestaré, bastará imaginar un poco lo que me sucede, y quizá, si tiene suerte, le robe su alma de un suspiro.

No mires para atrás que a la mar no se le da la espalda. Una olita tierna congela mis tobillos y dos piedritas se meten entre mis dedos, despacito, con mi otro piececito me las saco y sé que me miras y yo me hago la lesa, como indiferente esperando que el acaso te acerque, para ver que te traes con esa parada de super estar.

No hay opiniones. Contemplo anulado esta escena y me detengo a pensar en posibles bifurcaciones, en las ramas de esta tremenda incertidumbre que coqueta me giña el ojo provocándome, para que salgamos juntos ella y yo a perderemos por las calles de esta ciudad hedionda y pintoresca. Cuando caiga la noche.

Sigue desafiante creando el panorama de mi locura, su piececito congelado en mi retina. Y el fuego de la nostalgia que se viene encima con su mueca gozosa me transporta a la infancia, cuando jugábamos a sacarnos las ropita y mostrarnos nuestras presas y reir y reir con el don de la inocencia calando en lo más drástico de nuestra desfachatez. Ahí, al instante, abrazarnos y correr a imaginar el devenir presente. Y su patita revuelve el océano aliñando el mar con dos terrones de azúcar.

Quiere café me dice y yo si gracias. Llena una tasita con arena y me la trae: toma. Azúcar? –dos, gracias. Tómatelo. Está rico…. Y ahora toda ella ahí presente como si nada, como si el presente borrara por descuido el recuerdo de la ternura misma. De puro inconsecuente y agotado de registrar lo inútil dejando a un lado lo que realmente importa.

Anticipo la jugada porque al final todo es cachondeo, la veo desnuda tendida sobre quizá que superficie, sobre mi cuerpo todo que es el cuerpo del universo, porque el universo todo esta en mis manos o en tu pelo o en el sudor de tu espalda que electriza mi deseo. Te miro ya con otros ojos y se que la piedrita es la excusa que haz escogido para seducirme. Hechizado por tu contoneo me dejo atrapar por la red que yo mismo he dispuesto. Caigo en la trampa que tejo para mi a tus espaldas de frente al mar. Nos abrazamos. Nos besamos. Nos desnudamos y nos amamos ahora como siempre, como antes de elegir los caminos opuestos, pero con el mismo amor de entonces como si el tiempo no pasara, como si todos estos años nos hubiésemos seguido amando escondidos de nuestra percepción. Me derrite por dentro el sólo establecer este contacto contigo, ahora que no se más de ti y que te añoro, obsesionado con en el zumbido de este recuerdo, orquestar la fiesta del encuentro que conjuro para ti, a solas, en este rinconcito de mi corazón solitario, pintando el destino con tu pincel de esperanzas… mi Delicia.

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Tómate




Desesperanza. Desolación y envidia. Envidia de los árboles chiflándole al tiempo. Otro que se mueve a tus espaldas inundándote de habladurías. Destino transcrito en lengua muerta. Palabras mágicas que conjuran el último dolor, el horror de ahora y aquí. Recontado sobre el lomo de la araucaria herida, un territorio fuera del mapa que sucumbe a la desesperación del piñón. Viejo y cansado de los mismos temblores-que el alma que la mente que la carne. Perdido en la vibración de un selknam, que repara a su andar la matriz violada. Fluidos cósmicos nos saturan con su arrogancia, burlándose de la tentación maldita. Abrazar las sombras para iluminarte, perdidos desde entonces en el bostezo infame de la creación.

Hay luz en el bosque. Se expande la imagen. Se fractaliza el sentido. Va perdiendo la realidad su dominio sobre esto. Enloquece al imaginarte,desnudo, frágil, arrogante de arrojo. Senil como la carcajada desdentada, avanza, sin rumbo, sos el camino. La niebla que embriaga la nostalgia absurda, derrochando desparramo al equilibrar las fuerzas. Hormigas biónicas seduciendo el resplandor de la indiferencia, que nos separa, cual frontera flotante entre conciencia e ilegalidad.

Absorto, pero comprimido, deshechos, pero mutantes. Excluidos al fin para renegar la posicion del ojo, que vacila sublimado por el murmullo de tus fecas. Ahogado, pero lascivo, langüeteando el orgasmo indómito de la serpiente emplumada, más allá de las aureolas el horizonte tambalea. Y lo buscamos esperanzados en parir el asombro. Tu verdad tu cadena, aunque esté todo permitido, aunque el abrupto apócrifo no designe al dios de las nubes, anticipar en las formas condensadas la materialización de nuestro afan latente, y desde luego, sucumbir al aullido de los babas.

Una prioridá fulgurante: destruir el domo sistémico. Una reconquista contenedora: la matriz de la madre entrañable. Nuestra pasión por la danza sostiene las esperanzas de los magos anfibios. El sol, mediando los ciclos, vomita su canto extendiendo la peculiaridad, la vida rebosante, los abismos del quinto ojo masturbándose.

Volver desde aquí al mundo perdido, desde los reparos y las quejas, desde el descontento abrumador del llanto lactante, volver, enloquecidos de futuro, sodomisados por el destierro y la brújula sobrecogedora que oculta el sur.

“Volver”... se escuchan, se viene la pachanga , encumbran su suerte pero un lamento los deprime, añoran la cloaca descolorida, la celda inconciente, la máscara superflua que los ha aburrido tantas veces, a ti de timismo, sentimiento hermafrodita gris ciudadano, se queja el parásito la imagen servidita que reniega de la acción.

Nos bañamos en las aguas del canal rojo, sacrificamos uñas y pelos por el pellejo de la roca, y sin embargo el mismo llanto, de aquí a esos lamentos sometidos, a nuestra emancipización encerrada en el espejo un gran basta, ya no bebas el flujo que arrastra al despeñadero, la miseria ser encierro, de ser parlante y burbuja represora. Automutilante aliento, guerra santa contra el herpe fálico, y ahogarlo en la impotencia de penetrar su vacuidad.

Delirante, al acecho del hechizo ignoto, no se ve bien de donde viene este quehacer, y si lo sabes escóndelo, para protejerlo, aunque la palabra hechice desmiente siempre el último sentido, pues ya está desparramando su semiótica diarrea.

Sin el mapa decantamos náufragos, sin las horas duendes empeyotados hasta el fin.

Deambulamos por los pasillos en llamas, aquellos donde la locura se revuelca salvaje, deambulamos niños lobos hombres hembras sin límites y ahí nos embriagamos hasta las víceras, hasta la palpitación uterina de nuestras vanidades ausentes, despegamos para asirnos uno, en uno, unicidad limfómana nosotras, sin prisa y mal aliento, surfeando las fauces de la fuga. Y si cantáramos los cántaros quebraríamos, y todo lo que carga el pagano transvestido, la sotana fétida del padre vuestro -amátridas desbocados-, Ay, mientras nosotras las panclastas regalamos nuestra alma a la pachamama y sus diosas todas. La muerte en la carne no la sentimos, pues no nos importa corrompernos al corromper corrompidos, pues el profeta ya cantó la criminalización del ciudadano ordinario y lo seguimos, las fobias de la cripta, descubrímoslo y qué, qué hubo, viento seco humo estelar, cósmica semilla en su pureza, la caída y repararse en esta involución.

A otra parte la civilización , para nosotros verde, verde otra y más veces por siempre ya. Divagamos ciegos y sordos, guiados por los suspiros del viento, susurramos nuestras quejas a las entrañas de la tierra, sembrando el caos en húmedo nido, para cosechar mariposas resonantes.

Grita sin tapar tu boca, despierta y deniégate sujeto a tu conciencia conciliadora.
No esperéis nada; tomadlo ya, el éxito del instante es todo, la verdadera verdad está oculta a los ojos del que investiga y piensa. El futuro es una coqueta carcajada, le besamos sus piececitos por puro pescar el escurridizo placer de seducirlo.

¡Alégrate, todo es nuestro; alégrate, ni el uno existe!